Wednesday, April 19, 2017

A NOVA DEMOCRACIA: Editorial - Sólo la Revolución Salvará al Brasil de la barbarie



Editorial - Sólo la Revolución Salvará al Brasil de la barbarie

     Las acciones policiales contra las poblaciones de las favelas de Río de Janeiro son una muestra de la guerra civil reaccionaria desatada contra el pueblo por el viejo Estado con el incentive del monopolio de la prensa. Para mal o para bien, Río de Janeiro ha sido el escaparate de genocidio diario que el Estado lleva a cabo en todo el país. De hecho, Río es la realidad más evidente de la situación revolucionaria que se desarrolla en Brasil. Las protestas de las masas están demostrando claramente que el pueblo no acepta más vivir bajo la bota del viejo orden y se indica que sólo mediante la revuelta violenta puede defenderse de la injusticia, el abuso, la explotación y el salvajismo del Estado genocida, del caos en el que se hunde el país, en la pendiente a la barbarie.

Editorial AND # 187


Escenas recientes de destrucción del parlamento paraguayo revivió el recuerdo de los eventos de 2013, cuando el joven enojado quemó parte del Palacio Tiradentes, sede de la legislatura de Río de Janeiro. Recordado, también, las últimas escaramuzas de los funcionarios públicos con mora en sus salarios y amenazados de perder sus derechos.

Cuando se habla de la revuelta del pueblo, ya se ha convertido en rutina la protesta de las poblaciones de las favelas contra las ejecuciones extrajudiciales y las "balas perdidas" promovidas por la policía militar. En Río de Janeiro: en Acari, Chapadao, Ciudad de Dios, Tide, Alemán, Manguinhos, Morro dos Macacos, Lins Complex y Dona Marta son sólo una muestra de los últimos quince días de la guerra civil reaccionaria desatada contra el pueblo por las clases dominantes brasileñas, a través de su Viejo Estado, con el estímulo y cínica justificación del monopolio de la prensa.

Para  mal o para bien, Río de Janeiro ha sido el escaparate del genocidio diario que el Estado lleva a cabo en todo el país. De hecho, Río es la realidad más evidente de la situación revolucionaria que se desarrolla en Brasil.
Por un lado, tenemos desde 2013 las acusaciones contra Cabral, gobernador, aun cuando los maestros y los jóvenes le hicieron un asedio que condujo a su renuncia. Desde luego se juntaron las revelaciones de corrupción de Cabral, Cunha, Cavendish, Odebrecht, Moreira Franco, Bigfoot, Eduardo Paes, Picciani, Eike Batista, y ahora la cúpula del Tribunal Estatal de Cuentas (TCE), que debe contar con al menos un centenar más de ocupantes "nobles" de los suntuosos techos de hacinamiento en Leblon, Sao Conrado y Barra da Tijuca (prisiones dorados, nota traductor).

El robo descarado en Petrobras y las arcas del Estado y en la ciudad de Río de Janeiro tuvieron el efecto de transformar de un momento a otro, activos banales en fabulosos potentados. Atracones homéricos, viajes indescriptible, joyas, regalos y bebidas caras eran parte del derroche de dinero ilimitado, hijo del robo estratosférico.

La corrupción desenfrenada como modus operandi de este capitalismo burocrático atrasado tiene en la situación de quiebra del Estado de Río de Janeiro su cara expuesta. Sólo que esta situación hace ampliar exponencialmente más la pobreza endémica de la población, el abandonado de las cuestiones básicas de la vida social como la salud, la educación, el transporte, la vivienda, el saneamiento, en su existencia permanente a merced de la violencia del Estado y de la delincuencia.
Estamos lejos de pensar que esta situación sólo se produce en Río de Janeiro! Esa es también la realidad de los Estados como Minas Gerais, Rio Grande do Sul y otros en el resto del Brasil. Lo que ocurre es que en Río de Janeiro el bandidaje de las clases dominantes fue potenciada por la certeza de que, para los ricos, el crimen paga, al igual que la prueba de la situación de los condenados a arresto domiciliario.

En la otra cara de la moneda, Río de Janeiro es el escaparate más temible para las clases dominantes y su recua de politicastros. Tomando como marco las grandes manifestaciones de 2013 contra la Copa Confederacion, en contra de la Copa de la FIFA, por el castigo de los torturadores del régimen militar, contra los excesos de Cabral, el boicot de la farsa electoral en 2014 y 2016 que resulta en número extremadamente bajo de voto de los "elegidos", las manifestaciones en contra de la retirada de los derechos de los funcionarios y trabajadores en general - con las reformas reaccionarias de la Seguridad Social y del Trabajo - y especialmente las protestas diarias de los residentes de los barrios y los barrios pobres contra la represión policial cobardes y el acceso a los servicios públicos. Todas estas manifestaciones están demostrando claramente que el pueblo no van a aceptar vivir bajo la bota del viejo orden y se indica que sólo mediante la revuelta violenta se puede defender de la injusticia, el abuso, la explotación y el salvajismo del Estado genocida, del caos en el que se hunde el país,en  la pendiente en la barbarie.

Cansado de ver las promesas electoreras de todas las siglas del partido único a la nada o empeorar la situación, y escéptico de las instituciones infames del "Estado democrático de derecho" (es decir, el Estado de las clases dominantes para oprimir y explotar a las masas), sólo le queda al pueblo luchar por una revolución.
Una revolución llevada a cabo por el frente único de las clases oprimidas, bajo la hegemonía del  proletariado: la clase obrera y el amplio semiproletariado urbano, de los campesinos principalmente pobres, los quilombiolas, maestros, funcionarios, pequeños y  medianos propietarios (de industrias, de comercios, de los servicios y del campo), los pueblos indígenas, junto con todos los pueblos oprimidos. Revolución de Nueva Democracia para barrer la semifeudalidade, el capitalismo burocrático y el imperialismo, basado en la confiscación de tierras, la confiscación y nacionalización de los bancos, las propiedades imperialistas, gran burguesía local y la cancelación de la deuda interna y externa.

Con tales características, la revolución puede poner en práctica la transferencia de las tierras a los campesinos pobres y sin tierra o con poca tierra, promover la producción nacional con el trabajo, alimentación, educación, salud, transporte, vivienda y saneamiento para toda la población, ya que, a diferencia de las promesas de campaña electoral, la revolución tendrá a su disposición el producto de la confiscación de los bienes de capital y de los explotadores del pueblo.